viernes, 21 de marzo de 2008

One step forward

Flavia estaba recostada en la cama, mirando cómo las luces de las 2 de la tarde se filtraban por el vidrio de la puerta de la cocina, llenando el living de un haz amarillo, y llegando muy tenuemente a su habitación.
Como por aburrimiento, pensó -como tantas otras veces lo hacía- en algo imposible, algo irreal. Se concentró en cómo sería saber todo lo que sucedería con anticipación. Enseguida, intuyó que el espejo del baño le devolvería la imagen de un grano que antes no había visto. Con pavor, a los 15 segundos, cuando esto aconteció, se dijo "está pasando". Le hubiera gustado que el episodio involucrada alguna fuerza mística, o incorpórea, como algún diablo, un ánima, o un espíritu parecido al del mago que sale de la lámpara. Pero no. Flavia tenía un don, gratis, sin dar nada a cambio, sólo por el hecho de pensarlo.

La capacidad de anticiparse a lo que irían a decir las personas que hablaran con ella, la dotó de una increible capacidad de contestar y hacerse valer en una discusión o en una pelea. Esto la rodeó de nuevas personas, fascinadas en su velocidad mental y su previsión sin igual; pero también la alejó de los afectos más cercanos, al convertirse en una persona con tantos argumentos siempre, que se volvía pedante y egocéntrica.

Pronto, todo dejó de ser una sorpresa para ella. No había situación en que pudiera sorprendérsela; en todo caso, si se sorprendía, al estar rodeada por gente, siempre echaba a perder las situaciones, adelantándose a un cambio de clima , como un violinista ansioso que embarra la cadencia de una orquesta.

Flavia escribió una nota que decía "estoy podrida de vivir la vida en diferido", y el ruido del tiro resonó en ella 15 segundos antes de que la bala atravesara su cráneo, y exactamente a 16 segundos de que intuyera que golpearían su puerta.

1 comentario:

Ignacio V. dijo...

Acá don Funes reportándose, de regreso a la blogósfera. Como diría Pichuco (¿era él?): "Siempre estoy volviendo".

Un abrazo.