viernes, 27 de junio de 2008

El dificil tiempo de ser adolescente

Aunque no sé si considerarme adolescente o adulto (aunque poco importa, la adolescencia se extiende al infinito hoy día...), si me permito opinar desde un lugar de "víctima de crítica" por la franja etaria a la que pertenezco.

Viendo "La mamá del año" (si, y qué?), me llamó poderosamente la atención una leyenda de las que figuran abajo a modo sintético del tema que se trata en ese momento. Rezaba: "un ambiente de desenfreno y descontrol donde todo vale".

Siempre que leo o escucho cosas así, me digo a mí mismo, y a cualquier interlocutor: "el mundo no es nuestro solamente". Todo es una herencia heredada, el pasado no se puede borrar. Si el mundo está así, es por la accion u omisión de muchos de los censores que hoy nos condenan y marginan, descriminan, tildando a los adolescentes de vagos, faloperos, borrachos, promiscuos, nihilistas, etc.

Sí, el descontrol reina. Pero no es materia pura y exclusiva de los ambientes en que los jovenes nos movemos. Y es que en realidad nos movemos en todos los ambientes, y TODOS están así de podridos.

Yo no puedo caminar por la via publica, viajar en transporte, ir a hacer unas compras, estar en la fila de un banco, sin ver cómo reina la anarquía más absoluta, donde nadie respeta a nadie, donde los límites del otro se desdibujan al punto de maltratar a cualquiera que nos mira mal, nos ofende, o nos tira a menos. En este sentido me hago cargo. Somos parte todos...todos todos los habitantes de la sociedad, somos partícipes y artífices de lo que sucede en ella; tanto lo malo como lo bueno.

Si, la cosa es así, los adolescentes nos movemos sin saber dónde vamos, qué queremos, o qué pretendemos obtener. Pero es un denominador común.
Un mundo accesible, con posibilidades para todos, es una utopía perdida. No se nos puede brindar una seguridad. En esa revelación depresiva, la respuesta es enviciarnos como vemos a los otros enviciarse: otros eligirán el trabajo, la ostentación, el maltrato, el alcohol, el tabaco, el consumo, la comida.

Los adolescentes estamos expuestos a cosas en apariencia más extremas y sin retorno. No obstante, la carga obsesiva está intacta, y nada diferencia un pibe de 17 años que toma 10 vodka con speed para pasar la noche, que un adulto de 50 años lodópata, o una ama de casa de 60 adicta a los programas de chimentos y al show de Tinelli.

A no patear la pelota afuera... pero tampoco a pensar que el partido lo juegan siempre los otros, y que nosotros somos imparciales expectadores.

1 comentario:

  1. En provincia esas cosas no pasan... (?)

    Y no... Cuando ponés un 2 adelante, diga lo que diga Andrea del Boca, ya no sos adolescente...

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